
Marta Blanco Noel, arqueóloga catalana residente en Manacor desde hace seis años, inició el grado de Historia en la Universidad de Barcelona y, después de una estancia Erasmus en Italia, completó sus estudios en la UOC y la Universidad de Lleida. Actualmente está finalizando el máster en Arqueología Clásica Aplicada, Investigación y Transferencia, impartido conjuntamente por la Universidad Rovira i Virgili, la Universidad Autónoma de Barcelona y el Instituto Catalán de Arqueología Clásica.
Sus primeros pasos en el mundo de la arqueología fueron en Menorca, con los
Amics del Museu, entidad de la que hoy es presidenta y con la que excava la estructura 1 de Torre d’en Galmés. También forma parte del
Menorca Archaeological Project, que estudia la reocupación islámica en período medieval del mismo yacimiento, donde es responsable de laboratorio y técnica de campo.
Paralelamente, trabaja como técnica en seguimientos de obra y ha iniciado La Tangenta, un proyecto cooperativo nacido en Manacor que desarrolla iniciativas de gestión cultural y educativa con una mirada crítica, vinculadas al patrimonio, la música, las artes escénicas y los procesos participativos.
¿Cómo empezó tu relación con Menorca?
Llegué a Menorca gracias a un amigo, también arqueólogo, que me puso en contacto con el equipo de Amics del Museu de Menorca. No había estado nunca y la verdad es que aluciné con la calidad de conservación de los yacimientos y la importancia que se da al patrimonio.
¿En cuántos yacimientos de la Menorca talayótica has trabajado? ¿Hay alguna intervención que consideres especialmente significativa para entender mejor esta cultura?
En intervenciones arqueológicas he participado en Torralba d’en Salort y en Torre d’en Galmés, con dos equipos diferentes: Amics del Museu de Menorca y Menorca Archaeological Project. Becatalaiotica ha sido, sin embargo, el proyecto que me ha dado una visión más global de los yacimientos de Menorca, ya que solemos visitar bastantes para decidir en cuál de ellos se desarrollarán las intervenciones artísticas. Ha sido todo un placer poder ir descubriéndolos y, al mismo tiempo, ir leyendo artículos e informes de colegas que han excavado en ellos. Creo que no hay ninguna intervención más importante o significativa que las otras, me gusta pensar en todas ellas como una investigación integral y global que nos va descubriendo diferentes facetas de unas mismas culturas.
Pasaste de ser alumna y voluntaria en campañas arqueológicas a dedicar tu trabajo final de máster a las estructuras de combustión de las casas talayóticas, los círculos. ¿A qué se debe este interés por este aspecto concreto?
Estoy acabando el máster sobre investigación y transferencia dentro de la arqueología (URV, UAB e ICAC), pero mi intención es continuar investigando sobre estructuras de combustión dentro de los espacios domésticos. Este interés surgió tanto guiado por arqueólogas de quienes he tenido el gusto de poder aprender, Carmen Lara y Carme Belarte y su equipo de investigación, como de una reflexión sobre nuestra cotidianidad y nuestro entorno. Al final, si casi siempre nos reunimos comiendo y bebiendo alrededor de una mesa, está claro que lo que ocurre allí tiene importancia.
¿Podrías explicarnos un poco más sobre las estructuras de combustión que estás estudiando? ¿Qué información aportan sobre la vida cotidiana en la época talayótica?
De las estructuras de combustión, las cocinas y todos los actos de comensalidad se puede obtener muchísima información: en el ámbito alimentario podemos analizar los restos óseos de animales y restos de plantas y semillas consumidas, del tipo de madera que se usaba como combustible y, por tanto, la configuración del paisaje… El acto de cocinar y alimentarse se reviste de elementos culturales y simbólicos y nos da también mucha información sobre el contacto con otras culturas. Las prácticas de consumo y cocción de alimentos dejan unos testimonios materiales, a menudo cerámicos y metálicos, que también son muy interesantes de estudiar, y solo la morfología de los hogares o los hornos en sí también nos explican qué necesidades de producción y consumo tenían.
Recientemente, has sido elegida presidenta de Amics del Museu de Menorca. ¿Cómo afrontas este nuevo reto? ¿Qué objetivos te has marcado?
He tomado el relevo de Cecília Ligero, una persona a la que aprecio mucho tanto profesional como personalmente. Quiero seguir la línea que Amics del Museu ha marcado hasta ahora, intentando aportar todas las ideas y energía que pueda. Aparte de ser arqueóloga, también soy cofundadora de La Tangenta, una cooperativa de gestión cultural, y formo parte de asociaciones culturales como Neura en Manacor. Todo el trabajo que hemos hecho en Mallorca, organizando diferentes tipos de eventos sociales y culturales con una visión crítica que enriquece nuestro pueblo, creo que es un bagaje que podré utilizar como presidenta de Amics.
¿Qué nos puedes contar del Programa Becatalaiotica? ¿Cómo surgió la iniciativa y qué impacto crees que ha tenido?
Becatalaiotica surge como una iniciativa de Amics del Museu de Menorca para llevar a cabo visitas guiadas a los yacimientos de una manera divertida y original, dando a conocer este patrimonio. El proyecto ha ido creciendo con los años y, posteriormente, se ha centrado más en el desarrollo de intervenciones artísticas en los yacimientos, otra forma de difusión. Ahora mismo estamos en un momento de repensar el proyecto, que seguramente tomará forma de residencia artística de creación e investigación... ¡pero eso ya no lo puedo decir! Iremos informando. Personalmente, diría que este tipo de iniciativas son muy necesarias para acercar el patrimonio al público general. Hay que crear una oferta atractiva y actividades diferentes en espacios que son para el disfrute de todos. Aunque la asociación tiene como objetivo principal la difusión del patrimonio entre la población local, la Becatalaiotica ha llevado la cultura talayótica a todo el Estado.
¿Cómo valoras tú la tarea divulgativa que se está haciendo desde Menorca hacia fuera?
Es sumamente importante dar a conocer el patrimonio hacia el exterior, aunque eso siempre debe ir acompañado de una visión realista de las capacidades del territorio para acoger estas visitas. Creo que como sociedad debemos aprender a valorar las cosas, defenderlas y apreciarlas, aunque no necesariamente eso signifique que obtengamos algún beneficio. La tarea divulgativa hecha en Menorca hasta ahora creo que ha sido un acierto, pero también hay que mantener un equilibrio con la capacidad de la isla de recibir visitantes y que no sea un desastre, tanto social como ecológico. Al fin y al cabo, debemos tener en cuenta que los yacimientos forman parte de un ecosistema y un tejido social más amplio.
Además de tu faceta como arqueóloga e investigadora, das mucha importancia al dibujo. ¿Qué papel crees que juega el dibujo en la explicación y difusión del patrimonio talayótico?
El dibujo y las expresiones artísticas permiten imaginarnos realidades que no hemos vivido. En un contexto como el talayótico, del que no tenemos apenas información escrita, aparte de la materialidad, es un buen ejercicio mental para ilustrar todo aquello que hemos descubierto a partir de los hallazgos científicos. Creo que es fantástico poder contar con arqueólogos que sepan dibujar, que puedan interpretar la información y después proponer una representación de lo que se ha descubierto. Cada vez es más frecuente utilizar este tipo de imágenes en contextos divulgativos y creo que es algo positivo para intentar llegar a un público amplio.
¿Cómo crees que ha evolucionado el interés por la Menorca Talayótica en los últimos años, especialmente después de la declaración como Patrimonio Mundial? ¿Ha cambiado la percepción del público o de las instituciones?
Creo que ya se llevaba años trabajando para difundir el patrimonio y llegar a diferentes sectores de la población, tanto por parte de la administración como de asociaciones como Amics del Museu de Menorca. Haber conseguido la declaración como Patrimonio Mundial ha sido un paso adelante en cuanto a la conservación y protección del conjunto arqueológico e histórico, pero creo que no es un punto final. A nivel institucional se debe seguir generando políticas que protejan el patrimonio y no lo pongan en peligro, y se debe continuar apostando por apoyar a asociaciones y personas que están dedicando sus esfuerzos a esta labor.
¿Qué retos crees que afronta actualmente la investigación arqueológica en Menorca?
Creo que el principal reto en el ámbito de la investigación es seguir incentivando la aparición de proyectos de investigación que tengan posibilidades de publicación de resultados. Creo que un enfoque interesante en este sentido es generar proyectos que nos permitan comparar y entender la relación que había entre Menorca y Mallorca en el pasado, creando grupos de investigación que puedan actuar en ambos ámbitos.
¿Qué papel crees que deben jugar los jóvenes en la conservación y difusión del patrimonio insular?
Hay que lograr involucrar a los jóvenes en estos aspectos, ya que si transmitimos el respeto hacia el patrimonio este perdurará. Es importante darles espacio para hacerlo, proponer actividades que sean atractivas y, sobre todo, dar la oportunidad de que puedan decidir cómo quieren acercarse a él y qué actividades les gustaría desarrollar.
Para acabar, tres preguntas rápidas…
Un yacimiento menorquín que te inspire: Torrellafuda.
Un hallazgo que haya marcado tu carrera: El último, un hogar en la estructura 1 de Torre d’en Galmés, que excavaremos en la próxima campaña.
Un libro o autor imprescindible para entender la prehistoria menorquina: Apostaría por libros que recogen artículos de diferentes investigadores, como es el caso de
“Cercles, l’hàbitat protohistòric de l’illa de Menorca”, bajo la coordinación de Octavio Torres y Amalia Pérez-Juez. Creo que dan visibilidad a diferentes estudios que se realizan sobre un mismo tema.